De un momento posterior son
los restos hallados en las terrazas más altas del valle del Guadalquivir
próximas a la aldea de Valdecazorla, son cerámicas correspondientes a época del
cobre y que estarían en función de la explotación agraria del entorno.
A la época del Bronce pertenecen algunos
elementos encontrados en el cerro Bola que conserva restos de estructuras de
fortificación. También en el cerro de Cabeza del Rey, hemos encontrado
materiales cerámicos adscritos a este momento.
La presencia ibérica está documentada en el
posible poblado del Molar, bajo la actual aldea de su mismo nombre y que podría
fecharse entre el S. V-IV a C. En Cabeza rey se ha documentado restos cerámicos
algo más tardíos, quizás de época ibero-romana. Igual sucede con el yacimiento
minero de los Castellones de Caviedes que podría haberse iniciado en el S. III
y llegar hasta la ocupación romana del S. I antes de nuestra era. Cerro Bola
también parece tener este horizonte.
La rica campiña que se extiende al norte de
Cazorla y que llega hasta el río Guadalquivir, debió de atraer la ocupación
romana. La villa rustica de época imperial era el modelo mas característico del
sistema productivo esclavista romano. Cerca conocemos la villa de Bruñel, en
Quesada.
En nuestro término destaca fundamentalmente
la de los Peralejos, que por la dispersión de la cerámica debe tener un tamaño
semejante a la citada. Muy cerca de Cazorla, donde se ha construido el polígono
industrial, cerca del cortijo de los Prados se ha puesto de manifiesto un
asentamiento romano aun sin definir y con cerámicas "sigillata".
Abundantes restos romanos hemos ido
encontrando a lo largo de las terrazas altas del valle del rió Cerezuelo que
parecen corresponderse con pequeños establecimientos rurales de época tardía y
algunos indefinidos localizados en el valle del Guadalquivir entre el Molar y
Sto. Tome.
La disgregación del imperio romano y la
invasión visigoda no se va hacer notar demasiado en nuestra tierra. Se conocen
algunos elementos en las cercanías de Chilluevar, Quesada y Toya, en este
último caso no son solo materiales de acarreo constructivo sino tumbas en el
cercano cerro de la Horca.
La llegada y desarrollo del mundo musulmán
y de su cultura aceptada por una gran parte de la población autóctona, va
asentarse en este territorio desde el periodo califal pero sobretodo en época
de taifas y del dominio almohade.
Cazorla, no ha sido nombrada hasta este
momento en ninguna referencia bibliográfica musulmana. Solo en la descripción
de las conquistas de don Rodrigo Ximénez de Rada, aparece como Castorla. Los
trabajos de documentación realizados sobre el Castillo de la Hiedra, nos hacen
pensar que esta construcción, casi en su totalidad, fue cristiana. Los
elementos constructivos que pudieran parecer islámicos creemos que es fruto de
los alarifes y obreros que trabajaron en su construcción. En cuanto al Castillo
de las Cinco Esquinas o de Salvatierra, hemos podido documentar que es una
fortaleza con dos fases diferentes. Una musulmana con tres recintos y
mampostería de sillarejo en sus paramentos, quizás de época almohade S.
XII-XIII. Otra cristiana que se adosa sobre la anterior levantando un muro de
mampuesto irregular y una gran torre de planta pentagonal y dos alturas,
presenta bóvedas de crucería y arcos apuntados. Posiblemente del S. XIV en
pleno desarrollo de la estabilidad del territorio por parte del arzobispado de
Toledo. En el resto de Cazorla no encontramos ni un solo resto de elementos
materiales o constructivos de época musulmana.
Por tanto, debemos imaginarnos una pequeña
fortaleza en lo alto del cerro de Salvatierra, que cumpliría las funciones de
control del amplio espacio que domina, sería un Hims o lugar donde se protegería
la población dispersa en el pie de monte de nuestro entorno y del cercano valle
del río Cerezuelo. A partir de la presencia e incursiones cristianas en esta
parte de Al Andalus, pasaría a convertirse en un elemento más de la línea de
frontera frente a las tierras cristianas al norte del Guadalquivir.
Las tierras concedidas al obispado de
Toledo, como premio de Fernando III a la colaboración de Ximénez de Rada en la
toma de poder del "rey santo" en Castilla y León, comprendería los
territorios ubicados en el entorno de Quesada, que era la puerta hacia la
verdadera ambición del arzobispo, la ciudad de Baza. Las circunstancias
alteraron estos planes y las posesiones de Toledo nunca sobrepasaron los
límites de Guadiana Menor, por lo que se ubico la primera capital del futuro
adelantamiento en Quesada. No duraría mucho tiempo esta capitalidad. El
desarrollo del reino nazarí y la proximidad de los musulmanes de Tíscar,
hicieron muy poco segura la plaza de Quesada que se vería sometida
constantemente a saqueos e incluso algunos llegaron a padecerse en Úbeda,
ciudad de realengo. La corona incorporara Quesada a la jurisdicción de Úbeda,
teniendo que buscar una nueva capitalidad el adelantamiento toledano. Éste,
desde años antes, había comenzado a desarrollar políticas de poblamiento de
lugares como Cazorla, concediéndole tempranamente títulos de Villa.
A partir de este momento e incluso después
de la rendición de Granada, Cazorla vivió en el entorno de su castillo y
gobernado por adelantados bajo la jurisdicción del arzobispado de Toledo.
Tendríamos que esperar hasta el S. XVI,
para documentar la primera transformación de nuestra ciudad.
Nos referimos al cambio de propietario que
durante algo más de medio siglo tuvieron estas tierras, la familia de Los Cobos
o de Camarasa.
Con la concesión hecha por el emperador a
su secretario, este mecenas y su hijo remodelaron urbanísticamente la vieja
estructura medieval de Cazorla, el diseño y construcción de la Plaza Sta.
María, construyendo la bóveda sobre el río para tal fin y levantar encima el primer gran templo de esta
ciudad.
Con la devolución de la propiedad de estas
tierras a Toledo, se produce la segunda gran transformación urbanística, nos
referimos al establecimiento de ordenes conventuales que van a construir
dependencia monásticas hacia la parte este de la población, estructurando
urbanisticamente lo que seria la Cazorla del S XVII y de siglos venideros casi
hasta la mitad del XX.
Desde Felipe IV la supresión de los
señoríos y la venta de estos, supusieron que gran parte de los nuevos
adelantados fueran familias aristocráticas que utilizaron estas posesiones para
intentar enriquecerse, cayendo nuestra localidad en un abandono progresivo.
Con las desamortizaciones, la iglesia
toledana pierde la propiedad material aunque mantiene la jurisdicción
religiosa. La ocupación francesa en el S. XIX seria un episodio más de la
historia, saqueándose algunos conventos y quemando algunos edificios, entre los
que destaca lo poco que quedaba en pie de la Iglesia de Sta. Maria.
Durante el S. XVIII y el primer cuarto del
S. XIX, estas tierras fueron declaradas provincia marítima, siendo explotados
sus bosques para la construcción de navíos en Cartagena.
A partir del S. XIX, la ruralización de
nuestro municipio es generalizada y por estas fechas siguen los pleitos
iniciados en el S. XIV con La Iruela, por la división de los terrenos
mancomunados a los que habrá que sumar un nuevo municipio, Sto. Tome.
Con la llegada de finales
del S. XIX y la crisis de fin de siglo, se tornara a una oligarquía rural que
abuso del caciquismo para imponer a sus gobernantes.
Hacia los años de 1930 y
hasta la guerra civil se fundan sociedades de carácter sindicalista en nuestra
ciudad que durante el conflicto civil permanecerán fieles a la Republica
convirtiéndose en un lugar de retaguardia y de acogimiento de huidos.
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